Desde que se comenzó a esbozar la definición de Democracia, en épocas de filósofos griegos, se le conoce a esta forma de gobierno como la fiel representante de la voluntad del pueblo. Las decisiones que adopte el gobernante deben estar acorde al animus de aquellos que están siendo representados. No obstante, todos los planeamientos que tomen los gobernantes no siempre gozarán de la venia de la pluralidad de la población, y es ahí donde entrarán a tallar los mecanismos que hacen de la democracia, un efectivo, o al menos, más confiable, sistema de gobierno, al contar con métodos de participación ciudadana, como son las elecciones, referéndum, plebiscitos y demás. De esta forma, los ciudadanos se harán presentes y formarán parte de ese gobierno elegido válidamente por la mayoría.

Y Perú, ¿está preparado para la democracia?
Según el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Lima Dr. Walter Olivari, no lo estamos, aunque sí existe una fuerte tendencia a buscarla. Además agrega, que la democracia es un objetivo de naturaleza político pero de fuerte base cultural donde el asunto central es la convivencia, aceptando las diversidades y esto, en el Perú, todavía es un tema lejano.

Entonces, ¿de qué forma sí lo estaríamos?
En primer lugar, añade el Dr. Olivari, se debe romper la condición antidemocrática que nos ata históricamente, heredada y casi convertida en una especie de mentalidad; y en segundo, acercarse a modelos abiertos, donde los gobernantes sean verdaderamente consecuentes con lo que proponen y no se conviertan en demagogos ocasionales sin cumplir lo que prometen. También, se deben aumentar los mecanismos de participación popular, además de rendiciones de cuenta institucionales y periódicas. Además, parlamentos que permitan la elección por tercios y la renovación cada cierto tiempo.

¿Nuestro Perú goza de una democracia al 100 %?
Como el Dr. Walter Olivari asevera, el Perú vive en una democracia relativa y de forma nominativa. Los derechos están ahí, la Constitución está ahí, pero poner estas en práctica es lo más complicado. Además, incide en que nos falta la siempre importante y llamada democracia económica, la cual se mide por el índice de bienestar de la población. Existe una gran parte de ésta que no participa de las bondades de un modelo que, económicamente, debería tomar en cuenta.

El Perú no es una democracia ni tampoco una dictadura. Pero menos aún es una democracia perfecta, concluye.

La democracia es una forma de gobierno y tal y cuán están cedidos los derechos de la población al gobernante, este puede fallar o desvirtuarla. La democracia no es mala. No es buena. Es la menos peor forma de gobernar. Allá quien tome el mando y la gente no deje de estar alerta para hacer valer sus derechos. Es cuestión de ética de los gobernantes, pilotos del Estado, pero también del compromiso activo de los ciudadanos, tripulantes y remeros de esta embarcación llamada Perú.