Regreso después de pasar unas cortas vacaciones con mi esposa -cuatro días en el extranjero—, pues fui a visitar a mi hijo, Juan José, y a mis nietos, Ana Flavia y Jotita.

¿Qué encuentro? Agravios.

Me duele mucho, muchísimo, el escándalo periodístico, sin fundamento, sin sustento, en detrimento de mi honra.

Primero que nada, una vez más, le pido perdón a mi familia, a mi hijo Boris por exponer su integridad justo en un momento en el que se me quiere hacer daño. Es injusto que hagan coincidir un problema legal donde lo atacan bajo el término ‘supuestamente’; es decir, sin confirmar. Por encima de todo está mi familia; y por ellos no me siento derrotado.

Quiero que sepan que mi ánimo no decaerá, ni me deprimiré; sé que vendrán largas luchas, victorias; y es necesario estar de pie.

Estoy dispuesto a seguir en la política y enfrentar los sinsabores de la vida partidaria; a luchar porque nuestra Región Lambayeque sea más que la Región de hoy; permanecer en silencio y en la indiferencia sería darle gusto a la mediocridad, a la cobardía; sería un gran pecado de mi parte. No cometeré este error.

Ustedes, los que me conocen, han seguido mi desenvolvimiento; saben de mis capacidades y limitaciones; mi carrera en la administración pública; treinta años de luchas y sinsabores.

Para probar mi honradez, publicaré -adicionalmente en mi blog y página web- mi primera declaración jurada del año 1987, en la cual se aprecia que mi patrimonio era superior al actual; muy superior.

Pero, como dice el viejo aforismo, “el que nace para panzón aunque lo fajen”. Ustedes conocen que tengo, como todos los seres humanos, muchas limitaciones; pero nadie podrá decirme que he aprovechado la gestión pública para obtener beneficios personales; nunca, ni en la Municipalidad Provincial de Ferreñafe, ni en la CORDELAM, Región Nor Oriental del Marañón, Ministerio de Agricultura, ni en ninguna institución a la que he pertenecido, como Club de Leones, Junta de Regantes de Ferreñafe o Club Deportivo Juan Aurich. Pongo como testigos a los cientos de trabajadores de las diferentes gestiones en los niveles locales, regionales o nacionales si alguna vez lo he hecho. Les pediría que lo digan.

Soy como soy, agricultor de toda la vida; auténtico. Voy siempre con el corazón y los ojos del alma. Por ello confío en Dios; tengo fe.

Ya anteriormente lo dije: “Por gratitud y por respeto, me debo a mi partido, el APRA”. También dejé en claro que no quería sorprender ni engañar a nadie y que tenía que cumplir lo dispuesto por el Poder Judicial con una suspensión de mis derechos que vence el 3 de noviembre del presente año. Nunca oculté nada.

Por ello, reitero que participaré junto a otros aspirantes a la candidatura regional. Me comprometo a participar en cuanto debate sea invitado; participaré en foros regionales, nacionales e internacionales si fuera necesario para aprender más; expondré los planes para el desarrollo regional; lo que sí reitero es que nunca apelaré a la vil bajeza, ni a la política sucia.

Tengo que perdonarlos. Me ha dolido mucho que a quienes durante muchos años les brindé afecto, amistad, compañerismo, hayan actuado de esta manera.

Eso sí, a los alcaldes que hoy me han apuñalado, les devolveré las medallas y reconocimientos otorgados. Reitero mi especial cariño por los pueblos a los que representan; pero serán estos mismos pobladores quienes mañana más tarde juzguen sus actos. Solo les deseo lo mejor.

A Javier Velásquez -actor directo de todo lo actuado-, le digo que los odios, envidias, rencores, generan tumores; que encuentre la paz y que sepa que siempre le desearé lo mejor. No le guardo rencor. Lo perdono. Hay problemas nacionales sumamente importantes que ameritan su atención como presidente del Congreso y no es acertado que esté pensando en algo inconstitucional o de interés personal.

Me siento digno; y, como siempre, le doy gracias a Dios; a mis padres porque así me formaron; a mi familia por aceptarme con todas mis limitaciones; pero, por ellos juro que daré la vida para alcanzar los objetivos que siempre han regido mi destino, que algún día haya igualdad, justicia social en donde me encuentre, postulando o no. ¡Lambayeque tiene la palabra!